Después de nueve meses pasados en el vientre de la madre, el bebé se ve proyectado a un nuevo mundo que le resulta totalmente extraño. Sus primeros lloriqueos no deben preocuparte: son un acto vital reflejo. Tu labor será acompañarlo a lo largo de este descubrimiento…
Un primer encuentro cargado de emociones
Una vez terminado el parto, la asistente de parto te colocará al bebé sobre el vientre. "¡Felicidades! ¡Es una preciosa niña!" Los primeros lloriqueos, las primeras miradas, los primeros intercambios… ¡esta oleada de emociones quedará para siempre grabada en la memoria de los nuevos padres! Acurrucado en el calor de tu pecho, el bebé recuerda tu olor, reconoce tu voz y la de su padre, escucha los latidos de tu corazón, siente tus caricias… En definitiva, encuentra sus primeras referencias, igual que tú.
Al cabo de unos minutos de nacer, llega el momento de cortarle el cordón. Esta misión se entrega normalmente al padre. ¡Es un gesto simbólico, pero no es obligatorio! Deben saber que es indoloro para la madre y el bebé: no hay nada de qué preocuparse.
La primera toma puede hacerse incluso antes de la expulsión de la placenta. El bebé buscará naturalmente tu pecho (reflejo de búsqueda) e intentará mamar (reflejo de succión). Sin duda necesitará tu ayuda para encontrar el pezón. La asistente de parto te ayudará a encontrar la posición más idónea para ti y tu bebé y a adoptar los reflejos adecuados para una buena lactancia.
Primeros cuidados
En el momento de nacer, el bebé se somete a una exploración exhaustiva para comprobar su buen estado de salud general. El personal médico verifica su ritmo cardíaco, tono muscular, reflejos, temperatura, peso, talla (¡por supuesto, el bebé tendrá unas medidas de ensueño!), perímetro craneal... ¡Todo se controla hasta el más mínimo detalle! Se le aplica un antibiótico en los ojos y se le administran algunas gotas de vitamina K (contra la enfermedad hemorrágica neonatal). Se le introduce un tubo muy fino por la nariz y la garganta a fin de limpiar las vías respiratorias: es una práctica que impresiona, pero es indolora. Todas estas acciones a las que está sometido son el famoso "test de Apgar", a fin de valorar el estado de sus funciones vitales.
Tras estos diferentes exámenes, es el momento del primer baño. Puede darlo el padre, con la ayuda de una enfermera: ¡es un momento muy especial para él! A continuación, se le viste bien abrigado antes de subirlo a la habitación.
La familia más reducida se reúne en torno al recién nacido: aprovechen al máximo estos primeros momentos de calma… ¡antes de las numerosas visitas!
El test de Apgar se realiza para valorar rápidamente la vitalidad del bebé (ritmo cardíaco, respiración, coloración, tono, respuesta a los estímulos…) mediante una puntación de cada elemento de 0 a 2 para un total sobre 10. Se puede repetir varias veces si es necesario.
Pablo, padre de Emma, 3 años:
"Cuando vi por primera vez al bebé, en realidad era una cosita arrugada y resbaladiza que gritaba a todo pulmón… ¡pero me miró directamente a los ojos y me estremecí! Sentí una gran emoción, unos escalofríos por la espalda y un nudo en la garganta… Y sí, me pareció maravilloso…"
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