
¡Qué grandes curvas!
Con el paso de los meses, mi cuerpo de futura mamá evoluciona: la redondez de mi vientre se hace evidente, mis pechos van adquiriendo volumen, mi piel también cambia… A medio camino entre el muñeco de Michelin y la Venus de Velázquez, acepto con serenidad estas grandes transformaciones de imagen (bueno, eso intento…).